La chica que anda por la calle
Cada día se levanta a les 6:45, aunque le cuesta un poco, finalmente siempre termina por conseguirlo. Se lava la cara, almuerza, se ducha, se cepilla los dientes, se arregla y a las 7:45 ya está lista para salir y afrontar un día más en la vida. No es que sea una vida realmente complicada, puede que un poco dura y cansada, pero ella nunca se queja, al contrario, no podría estar más agradecida. Tiene a sus amigos, que ve todas las tardes que tiene libres y algunas noches. No tiene pareja, pues lo dejaron con su novio no hace mucho, pero no se siente muy triste por eso, sólo le da pena que al final la relación se deteriorara. Y aunque su familia no esté cerca de dónde ella vive y los eche en falta, no se siente sola. Está feliz de tener cosas para las que estar alegre y cosas para las que sentirse triste. Se coloca los auriculares en las orejas y abre la puerta.
Cuando sale a la calle se protege el cuello con su abrigo negro, pues el viento hibernal puede llegar a ser muy frío en esa enorme ciudad. Se dirige hacia la boca del metro mientras a su lado hileras de gente se mueven a toda prisa, cada una de esas personas está aislada en su mundo, pero aún así, aunque todos en su mundo, conviven en una perfecta armonía. Está a punto de entrar en el metro cuando de pronto y muy probablemente motivada por la música, decide ir andando hacia el trabajo, pues la verdad es que tampoco le queda exageradamente lejos, va a tardar algo más de lo previsto en llegar, pero hoy va con tiempo y aunque sea andando, va a llegar temprano.
Su paseo la lleva por los lugares que ya tan familiares le parecen, aunque no sea esa la ciudad dónde se crío. Hay algunas caras que siempre se encuentran en el mismo lugar, otras que cada día son distintas. Gente paseando entre el gentío con flores, aunque la mayoría llevan un café humeando. A ella también le sentaría bien uno. Va a comprárselo. Ahora con el café en la mano sigue andando, un poco más deprisa, pues ha perdido algo de tiempo al ir a comprar-lo. Cada sorbo de ese brebaje le da un poco más de energía. Sonríe a un niño que va de la mano de su padre seguramente dirigiéndose al colegio y se ha quedado mirándola con una sonrisa. Un perro le ladra y aunque en un primer momento se asusta, luego se da cuenta de que sólo quiere caricias. Sigue andando y ya cada vez está más cerca. Cada paso le sabe a gloria, esos paseos le saben a libertad, en ese momento es quién quiere ser y nadie le dice lo contrario, nadie la contradice, y ella gobierna a sus piernas. Esos son sus momentos, suyos y solo suyos.
Llega a una puerta de cristal, mira la entrada de su trabajo, de dónde no parar de entrar y salir gente. Apaga la música, sonríe con optimismo y traviesa la puerta.
The girl who walks on the street
Every day she wakes up at 6:45, though she finds it a little hard she always ends getting up. She washes her face, gets breakfast, a shower, she brushes her teeth, gets ready and at 7:45 is absolutely ready to go out and face up a new day in life. It’s not that her life’s very complicated, maybe a little rough and tiring, but she never complains, contrary she could not be more grateful. She has her friends, who she sees each afternoon she’s free and some nights. She’s single, because her boyfriend and she broke up not so far ago, but she’s not really mad about it, she’s just a little sad about how the relationship wore out. And although her family is far away from where she lives and that she miss them, she doesn’t feel lonely. She’s happy because she’s got both, things to be happy about and things that make her feel sad. She puts on the headphones and opens the door.
When she gets on the street she keeps her neck protected with her black coat, because the winter wind can be so freezing in that big city. She hires to the underground while next to her lines of people move in a rush, everyone is isolated in their own world, but nevertheless they live in perfect harmony. She is going to go down into the underground when suddenly, and surely motivated by the music, decides to walk to work, because the truth is that it’s not so far away from where she lives, maybe the commute will last a little bit longer than expected, but she has time and whether she goes walking or not, she’ll be there on time.
The walk takes her to the places that have become so familiar to her, though it’s not the city where she grew up. There are some faces that are always there, but some others are different every day. People walking through people with flowers, but mostly people are carrying a steaming coffee. She may like one too. She goes to buy it. Now, with the coffee in her hand she keeps on walking, a little faster than before because she’s lost a little bit of time on going for that coffee. Every sip of that brew gives her a more energy. She smiles at a little kid who walks hand by hand with his father, maybe going to school, and has been staring at her with a smile. A dog barks at her and though she’s frightened in the very first moment, soon she realizes that it only wants to be stroked. She goes on while she’s reaching work. Every step that she takes feels like paradise, those walks taste like freedom to her, she’s now who she wants to be, and no one tells her it’s not like that, no one opposites her, and she controls her legs. Those are her moments, hers and only hers.